Han pasado 72 años desde que diversos líderes del mundo
plantearon explícitamente los derechos que todos en el planeta deben esperar y
demandar simplemente por el hecho de ser seres humanos. Nacida del deseo de
prevenir otro Holocausto, la Declaración Universal de Derechos Humanos continúa
demostrando el poder de las ideas para cambiar el mundo.
La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) fue adoptada
el 10 de diciembre de 1948. A pesar de que el mundo ha cambiado dramáticamente
en 72 años – los redactores no previeron los retos de la privacidad digital, la
inteligencia artificial o el cambio climático – su foco en la dignidad humana
continúa proporcionando una sólida base para los conceptos de las libertades,
siempre en evolución.
Los ideales universales contenidos en los 30 artículos de la
Declaración van desde lo más fundamental, el derecho a la vida, hasta aquellos
que hacen que la vida merezca la pena ser vivida, como los derechos a la
alimentación, la educación, el trabajo, la salud y la libertad. Al recalcar la
dignidad inherente de cada ser humano, su Preámbulo subraya que los derechos
humanos son “la base de la libertad, la justicia y la paz en el mundo”.
Con la memoria de ambas Guerras Mundiales y la Gran
Depresión aún frescas en sus mentes, los redactores dejaron por escrito aquello
que no debe hacerse a los seres humanos y lo que debe hacerse por ellos.
El redactor chileno Hernán Santa Cruz comentó que los
entonces 58 Estados miembros de la ONU habían acordado que los derechos humanos
se derivaban del “hecho de existir” – no los otorgaba ningún Estado. Fue este
reconocimiento, dijo, “lo que dio origen al derecho inalienable de vivir sin
privaciones ni opresión, y a desarrollar completamente la propia
personalidad.”
Dado que son inherentes para todas las mujeres, hombres y
niños, los derechos enumerados en los 30 artículos de la DUDH son indivisibles
– son todos igualmente importantes y no pueden ser posicionados en ninguna
jerarquía. Ningún derecho humano puede ejercerse completamente sin que se
ejerzan todos los otros. Dicho de otra forma, la negación de un derecho
dificulta el disfrute de los otros.
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